Salud en Juego: El Ruido y el Humo que Nadie Quiere Respirar
Cuando se habla de centrales eléctricas, a menudo pensamos en cifras de megavatios y en la necesidad energética. Sin embargo, para los vecinos que vivimos junto a ellas, esas cifras se traducen en algo mucho más tangible y preocupante: ruido y contaminación. No son conceptos abstractos, son amenazas directas a la salud de nuestras familias.
Primero, hablemos del ruido. Imagina el estruendo constante de ocho grandes motores diésel o de gas funcionando a pleno rendimiento, día y noche, a pocos metros de tu ventana. La contaminación acústica es una forma invisible de agresión que provoca estrés, altera el sueño, aumenta el riesgo de problemas cardiovasculares y merma drásticamente nuestra calidad de vida. El derecho fundamental al descanso se ve directamente amenazado por un proyecto que antepone la producción energética al bienestar de las personas.
Luego está el aire que respiramos. Tanto las plantas de gasoil como las de propano emiten gases peligrosos como los Óxidos de Nitrógeno (NOx) y otras partículas finas. Estas sustancias son especialmente dañinas para el sistema respiratorio, agravando condiciones como el asma y afectando de forma desproporcionada a los más vulnerables: nuestros niños, cuyos pulmones están en pleno desarrollo, y nuestros mayores. La Zamora no puede ni debe ser una zona de sacrificio para parchear el sistema eléctrico. Por eso, lanzamos una pregunta al aire: ¿Aceptarían los responsables de estos proyectos vivir con sus familias al lado de las chimeneas que nos quieren imponer?

