Planta de Tigaiga (DISA) – Parte 1: Los Motores a Gas y lo que Realmente Emiten
Nos lo han presentado como el proyecto «moderno», la opción «limpia», casi como un mal menor. La central Tigaiga de DISA, con sus motores alimentados por gas propano, se envuelve en un aura de tecnología superior. Pero ha llegado el momento de levantar el capó, mirar más allá del marketing y analizar con lupa qué es lo que realmente van a instalar junto a nuestras casas.
Las «Joyas» de la Corona: 8 Motores MWM
El corazón de la planta Tigaiga son ocho enormes motores-generadores, del modelo MWM TCG 3020 V20 o uno de características similares. Para que nos hagamos una idea, cada uno de estos motores es una bestia mecánica de 20 cilindros. No hablamos del motor de un coche; hablamos de una maquinaria industrial pesada diseñada para funcionar durante miles de horas, generando en total los 14,8 MW de potencia de la planta.
Se instalarán dentro de contenedores individuales que, según el proyecto, están «insonorizados». Sin embargo, la experiencia en otros lugares nos dice que la insonorización nunca es total. El ruido que escapa de estas instalaciones no es agudo, sino un zumbido grave y de baja frecuencia, una vibración constante que es especialmente difícil de aislar y que penetra en las viviendas, causando ese malestar sordo del que ya hemos hablado.
La Letra Pequeña de la Combustión «Limpia»
El argumento principal a favor de esta planta es el uso de gas propano. Es cierto que emite menos partículas de hollín que el diésel, pero eso no lo convierte en inocuo. Analicemos lo que sí sale por sus ocho chimeneas:
- Óxidos de Nitrógeno (NOx): Este es el principal villano también en esta tecnología. La combustión a altas temperaturas del gas genera grandes cantidades de NOx. Como ya sabemos, estos gases son los responsables directos de la irritación respiratoria, el agravamiento del asma y la formación de smog. Que no se vea humo negro no significa que el aire esté limpio.
 - Monóxido de Carbono (CO): Un gas tóxico que, aunque se emite en menor medida, es siempre un producto de la combustión.
 - Formaldehído: Este es uno de los «venenos ocultos» de la combustión del propano. Es un Compuesto Orgánico Volátil (COV) que la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) ha clasificado como «cancerígeno para los seres humanos» (Grupo 1). Se libera en pequeñas cantidades, pero la exposición continua y a largo plazo es un riesgo que ninguna comunidad debería asumir.
 - Dióxido de Carbono (CO2): Y por supuesto, al ser un combustible fósil, es una fábrica de CO2, el principal gas de efecto invernadero. En plena emergencia climática, construir una nueva instalación que quema gas para generar electricidad es, sencillamente, remar en la dirección contraria a la historia y a la sostenibilidad del planeta.
 
En resumen, los motores de la planta Tigaiga no son «limpios». Son, en el mejor de los casos, una fuente de contaminación diferente, más discreta a la vista pero igualmente peligrosa para nuestros pulmones y nuestro futuro.
Y si los motores ya son preocupantes, el verdadero gigante dormido está en los enormes tanques de combustible que necesitan para funcionar. Pero de ese riesgo, el de la catástrofe, hablaremos en la segunda parte de este análisis.

